Mittwoch, 4. Juni 2008

Túnel

¿Cómo es un trance?

Cuando uno siente dolor (físico, no del de mariquitas), siente la parte de su cuerpo amplificada, quemándole. La existencia se reduce y se localiza, se hace más pequeña y más densa, menos difícil de explorar, más fácil de sondear y desnuda su naturaleza. Un tormento físico nos hace sentirnos con visión de tunel - los ojos se vuelven microscopio, los nervios se exaltan y terminamos fundiéndonos con nosotros mismos. Cuesta trabajo pensar, y podemos deshacernos de ese atavismo por algunos momentos, pensando "dolor, dolor, dolor..." hasta que la palabra se gasta, se hace polvo y ya no tiene significado. Se desmoronan los significados. Vivimos. Sobrevivimos y dejamos de esparcir miseria metafísica alrededor de nosotros, para experimentar el terror de tantos - un encuentro consigo mismo. Dependiendo de lo febril de la dolencia, se lanzan promesas al aire «¿Si soy bueno, podré deshacerme de este dolor?» y se escupen reclamos. «¿Qué hice?». Le pedimos justificación al universo «Esto no debería de ser así» y nos interrogamos estúpidamente «¿Tendrá alguna razón de ser este dolor?». No habrá ningún resultado, nada reivindicará nuestro sufrimiento y la única promesa que podemos hacernos es que, si no sucumbimos, podremos continuar fuera del trance. Es probable que no haya habido nadie que no desee salir del dolor, de ese dolor, del físico, del que desintegra materialmente, aquél que funde su existencia con la nuestra y que se sirve de nosotros para seguir en este mundo. Nadie jamás habrá pedido que dicha tragedia privada persista, porque, como un animal herido, el hombre de este mundo solo sabe gritar cuando siente dolor, sabe quejarse, sabe hacérselo saber a los demás. Lo que no sabe es sentir lo que siente, sentir al dolor que existe en tanto nosotros, que se desvanece cuando nos abandona y que caprichosamente se servirá de nosotros en alguna otra ocasión para reducirnos a un venado herido por una flecha, en medio del bosque de nuestra desdicha. Lo que no se sabe es pedirle al dolor que nos desgrane poco a poco mientras se va, para que podamos desaparecer con él, e irnos al reino en donde van a parar las promesas, quejas, justificaciones e interrogaciones sin sentido que hemos balbuceado en nuestro estertor.

2 Kommentare:

Anonym hat gesagt…

Duh!!! Eso es bajo copiar una entrada de un blog en otro jaja

Rodrigo hat gesagt…

jaja es que me gustó mucho